viernes, 26 de octubre de 2012

Los muertos silenciosos de la crisis

Desahucio trágico y secreto
 
Llegó antes la ambulancia que los agentes judiciales. Se llamaba José Miguel Domingo Águila, pero era Domingo, el del kiosco, para todos los habitantes de La Chana: una humilde barriada granadina en la que todo el mundo se conoce y todos, a priori, lo saben todo de todos. O lo intuyen. Sin embargo, no fue hasta las diez de la mañana de ayer, cuando el secretario del juzgado se personó en la calle del Arzobispo Guerrero, cuando se supo que Domingo, de 54 años, iba a ser desalojado del inmueble en el que vivía solo, justo encima del local de su negocio, en el edificio que su familia posee desde hace décadas.
 
Uno de sus hermanos -que regenta una frutería junto al kiosco, en los mismos bajos del inmueble- lo había encontrado ahorcado, a primera hora de la mañana, en el viejo patio de la casa.
 
En realidad nadie lo sabía. Se le veía algo "deprimido", sí; un poco más "triste", quizás; extrañamente "alicaído", en los últimos tiempos, para su carácter naturalmente alegre. Pero lo cierto es que ningún vecino del barrio, en el que era francamente querido, podía imaginar que la desesperación que incubaba Domingo se pareciese más a una bomba de relojería que a la tristeza ambiental, ya casi endémica, que asfixia a este rincón de Granada. Al fin y al cabo, son horas duras para todos. [Reportaje para eldiario.es]

 

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