Quizás sea el amor, con sus fríos y sus
posadas, sus encrucijadas y sus luces a lo lejos, la más alta prueba de la
valentía de los hombres. De todos los hombres. (Y no sé si hace falta añadir:
de todas las mujeres). Quizás no tengamos, junto con la muerte –pero ésta va
siempre implícita–, más claro vislumbre del camino que nos vamos trazando de
manera cotidiana, del camino que elegimos para nosotros mismos en la vida, con
los cadáveres mojados que dejamos en la cuneta y los cadáveres que de uno mismo
van quedando bajo la lluvia, irreparablemente. Con los caminos paralelos que se
pierden en la bruma, como un fantasma, y con el fantasma de aquella luz que
vacila a lo lejos, señalando el final prometido (pero el final, ¿de qué…?)... [Sigue leyendo en POCAVERGÜENZA]
2 comentarios:
Gracias. Enormes las palabras de cómo lo narras y describes.
Ahora con más ganas de verla que nunca. ;)
Gracias a ti :)
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