Se han ido, decía hace unos días –atentísimo, certero como siempre– Iñaki Gabilondo. Se refería a ‘los jóvenes’. Y supongo que uno, no sólo por biología sino también por circunstancias, no podía sino reconocerse en el esbozo de la situación que sugería el olfato del periodista vasco [otro de esos prescindibles viejos para la maquinaria, por cierto, que ya no mandan en ninguna parte, no sé si por decisión propia, en su caso]. Se han ido, decía; no se les oye ya protestar ante los últimos capítulos de la infamia nacional, porque parecen estar en otro sitio [Sigue leyendo en Pocavergüenza]
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