jueves, 17 de marzo de 2016

Amy Winehouse: las lágrimas se secan solas



La Fortuna nos guarde del verdadero fracaso, así como de lo que muchos entienden por éxito.

Hay éxitos y éxitos (y éxitos). En lo que se refiere al éxito monstruoso que la maquinaria del entretenimiento masivo necesita para alimentar a la bestia, sale a veces como número ganador en la tómbola alguien que conjuga de manera milagrosa el tirón comercial con un talento aún más demoledor; ése que seguirá “helado en varios tomos” [Miguel Hernández] mucho después de haberse ido. Una moneda de dos preciosas caras con la que multiplicar el botín una y otra vez, una y otra vez en la tragaperras (y la monedita no se resentirá, ¿verdad, chica del millón de dólares?...).


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