martes, 5 de agosto de 2008

Verano

¿Y el verano? Ahí fuera, ahí está, ahí respira en la siesta de las cinco. No va a venir nadie a la ciudad, a preguntarle qué se hace, tan lejos de casa, tan lejos. Ahí fuera anda el verano. Anda algo perdido en la canícula; gatea por los tejados y busca sin encontrar algún zaguán de buena sombra, algún patio fresco con plantas hacia el sur. Está más viejo este año pero no se le nota en la cara. Llama a la ventana del salón con estrépito de otro tiempo y yo no sé si abrirle. Me pondría perdido de sol y humo de kilómetros. Y no sabría señalarle exactamente el camino. Por allí a la casa donde no amanece nunca, por allí a Neruda esperando en una barca, por allí a las palmeras de hace ya diez años. Y además no sé conducir. Si pudiera le llevaría sin rumbo fijo, o a visitar a los que siguen donde yo no puedo. Si pudiera me lo llevaba a La Manga, donde lo conocí. Pero tampoco sé si querría volver. Se le nota que ya agotó todos los bares y las playas donde yacen sin saberlo sus amantes. Se le nota hastiado de parejas que no llegarán vivas a septiembre y de cadáveres en la cuneta que no llegarán ya a saber de esto. Se le nota, se le ve en la cara, que anda lejos de su casa, sea cual sea, no lo sé. Pero qué andará buscando y qué hará aquí ahora, el verano. Vagará, seguramente, calle abajo, falda abajo, tarde abajo. Demasiado temprano para que ande despierto un nómada. Demasiado tarde ya para comprar los periódicos que arden ya en las aceras, desahuciados, porque poco importa ahora a tanta gente que no cierre el horror por vacaciones. Sigue llamando a la ventana, y yo dudando. Quizás le debo algo. Quizás trae noticias de alguien, de algo. Pero dudo. Si abro, querrá quedarse, no se está tan mal aquí dentro. Pero esta tarde es demasiado pequeña para los dos. Dejará de llamar, cuando caiga el sol. Y si resisto la tentación de abrirle hasta entonces, es probable que decida seguir camino, entender que poco tiene que hacer aquí. Seguirá andando ciudad abajo, noche abajo, cuando abran ya los primeros bares y llegue la primera brisa. No quiero abrirle. Ojalá encuentre una quinceañera que le mire como entonces, que le lleve a casa. Ojalá se suba al coche de esos vividores que viajan al verano como si fuera el último. No puedo abrirle. Ojalá llegue a salvo y le reconozcan. No abriré. Ojalá llegue pronto a casa.

 

2 comentarios:

VICTOR ALFARO dijo...

hasta que "caiga el sol", no?.... un gran abrazo veraniego!

Anónimo dijo...

Mi verano sólo puede definirse con un calificativo: GANSO. :D

Ya nos vemos.